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CONCEJAL
Publicado en Diario de Navarra, 22.1.05
Don Quijote y Sancho. Jardines de Alderdi Eder en San Sebastián
El 23 de enero de 1995 caía asesinado en San Sebastián el concejal Gregorio Ordóñez. Han pasado diez años de aquello, pero nos acordamos bien. El encapuchado que entra en un bar del casco viejo, la mesa donde comían el concejal y sus compañeros, el tiro a bocajarro, la fuga de los terroristas, el bar precintado por la policía. El silencio, el espanto. La secuencia es similar a la de tantos otros atentados, pero ofrecía una novedad. Un salto cualitativo, que se decía por aquel tiempo. Aunque los etarras ya habían matado antes a representantes políticos como el socialista Enrique Casas, era la primera vez que apuntaban contra un cargo de representación pública. Luego vendrían otros. En su mayor parte, concejales del PP, del PSE, de UPN. Fue un paso más hacia la denominada «socialización del sufrimiento» pero también un intento fracasado –los intentos del terrorismo son siempre fracasos, aunque les renten beneficios- de simular justificaciones políticas en sus actos. Habían elegido una pieza de caza mayor –nada menos que el portavoz del principal partido en la oposición municipal donostiarra- precisamente cuando el crecimiento del PP hacía peligrar la falsa imagen monocolor de su ciudad. Los dueños de las identidades no podían tolerar que Ordóñez se estuviera convirtiendo en un signo de referencia cívica y en el motor de una oposición heterodoxa, osada y molesta. Hasta ahí llegaba el análisis del hecho. Como todos los análisis de actos de barbarie, no entraba en el corazón de la iniquidad, sino que apenas si servía para encontrar una dudosa explicación a lo inconcebible. Sin embargo, a partir de ese momento empezaron a suceder cosas fuera de ETA y de su ‘entourage’. Muchos silenciosos se adhirieron a las filas de la valentía y plantaron cara al crimen. Al mismo tiempo, fue creciendo el número de guardaespaldas necesarios para proteger a la gente normal y corriente que se jugaba el tipo como concejal de pueblos inverosímiles. Más valientes y más escoltas: a veces, en los momentos de pesimismo, al echar la vista atrás parece que a eso se reduce todo el camino recorrido desde entonces. El odio es parecido, la violencia continúa latente, y si algo la ha contenido últimamente no es otra cosa que el rigor judicial y la firmeza policial. Produce cierto vértigo recordar que han pasado diez años y demasiados funerales, y según cómo se mire estamos igual que al principio. Más divididos, tal vez, si hacemos caso a esa impagable pieza de la inteligencia política que es el conocido como «plan Ibarretxe». Y con los enésimos rumores de movimientos de paz en el frente. La misma melancolía de entonces.
22 enero 2005
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2005-01-23 01:00 | 4 Comentarios
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Comentarios
1
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De: Tranquilo |
Fecha: 2005-01-23 20:49 |
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Ojalá haya PAZ de una vez por todas, ojalá les crezcan las neuronas a todos esos asesinos etarras y a quienes les apoyan o se benefician directa o indirectamente de su existencia, y les dé por meditar sobre el tremendo error en el que basan su ceguera política.
Ojalá se dejen de inventar la Historia en ciertas zonas de nuestro país, porque si te crias pensando que los españoles son fuente de todo mal, unos villanos imperialistas e invasores, poco lavado de cerebro más necesitarás para acabar empuñando un arma (eso si, siempre por la espalda, que nunca han tenido el valor de dar la cara, como cobardes que son) o poniendo una bomba (también a distancia, que la heroicidad de los "soldados vascos" ya es de sobra conocida).
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2
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De: José Ángel |
Fecha: 2005-01-26 11:24 |
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Enhorabuena por el artículo. Cada cosa que se escribe en esta línea es una pequeña batalla contra la conspiración de silencio que hace el juego a los pistoleros.
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