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RECOGEPELOTAS
Publicado en El Correo, 24.10.04
Sé la de años de intensa formación que se precisan para aprender a recoger unas pelotas del suelo, y más si esas pelotas son de tenis. Pero tampoco me parece ninguna herejía encomendar esta tarea a unas modelos, como ha ocurrido en el Masters Series de Madrid para escándalo de la afición o al menos de su rama más puritana. De vez en cuando hace falta un debate inofensivo, un tiroteo con balas de fogueo que arme mucho ruido pero no deje ningún saldo de bajas. La sociedad necesita situaciones donde movilizar sus conciencias, su sentido del honor, su idea de justicia, su mala uva, es decir, eso que pomposamente llama sus valores, pero haciéndolo sin riesgo de salir escaldado. Es una modalidad de ética recreativa que, no comprometiendo a nada, autoriza a sulfurarse lo suficiente como para dejar claro lo integérrimos que somos ante determinados asuntos. La gran ventaja de la corrección política es que permite mantenerse sentando doctrina y arrojando anatemas por doquier en pequeños aspectos superficiales mientras uno deja pasar, indiferente o cómplice, los verdaderos atentados contra la realidad que corresponda. En este caso, parece ser que se trata del sexismo. Y digo «parece ser» porque por más empeño que pongo no consigo ver en la anécdota el menor atisbo de agresión contra la mujer. Las chicas visten con indumentaria discreta; recatada, diría yo. No se les pide que hagan gestos insinuantes ni que muestren más región mollar que la que puede vérsele a cualquier jovencita de la ESO vestida para acudir a clase un día cualquiera. La única reserva de fundamento contra su contratación es que algunas de ellas tienen un correr palmípedo y un modo de agacharse en carrera poco gimnástico, pero esto son observaciones más técnicas que morales. A nadie se le ocurriría acusar de explotación infantil al torneo de Wimbledon o a la Copa Davis por el hecho de que, según tradición, empleen criaturas de diez o doce años para recoger las pelotas perdidas. No quisiera dar ideas, pero si se compara el papel de las modelos –respetadas, bien retribuidas, sin letra pequeña y obscena en su contrato- con el de los clásicos recogepelotas de tierna edad, me temo que lo delictivo es lo segundo. El escándalo suele estar menos en la cosa que en el ojo que la mira. Quienes creen que a las recogepelotas intrusas de ahora el público las va a mirar con ojos golositos –improbable, con esas faldas que parecen diseñadas por la madre superiora-, tendrán que condenar la tradición por llevar décadas induciendo a ese mismo público al voyeurismo pedófilo. Ni modelos ni críos: habrá que poner a recoger pelotas a maduros empleados con buzo de faena. Cosa a todas luces estúpida, pero ya que se ha abierto la veda...
José María Romera
24 octubre 2004
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2004-10-25 01:00 | 5 Comentarios
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Comentarios
1
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De: Luis Alfonso |
Fecha: 2004-10-25 17:18 |
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¡Muy bueno! Realmente, ¡muy bueno! Me alegro de que alguien con dos dedos de frente ponga las cosas en su sitio. Gracias, José maría.
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2
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De: recoge(toca)pelotas |
Fecha: 2004-10-25 19:03 |
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... es decir, que el culpable es el ojo que mira, pero no el de que pensó que sería bueno elegir unas mujeres de determinadas características para lucir la ropa de una determinada firma (por cierto, hugo boss fue sastre de las ss hace algún tiempo).
el fin de todo, supongo, sería que se hable de un torneo un poco mediocre y, por otro lado, que se fastidien los jóvenes recogepelotas, que suelen ser voluntarios.
quién sabe.. a lo mejor se hubiera podido hacer de otra forma.
salu2
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3
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De: jmr |
Fecha: 2004-10-25 20:20 |
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Gracias, Luis Alfonso: tú lo miras con buenos ojos.
Me parece que otra vez estamos tratando de matar pulgas a cañonazos. Esta anecdotilla es una simpleza al lado de otras imágenes vejatorias de la mujer en la tele y la publicidad. De esto quería hablar yo hace unos días en otro artículo que, este sí, daba una voz de alarma.
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