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HISTÓRICOS
Publicado en Diario de Navarra, 19.6.04
En cierto modo, todos somos personajes históricos porque tarde o temprano pasaremos a la historia, es decir, a la fosa común del olvido. Pero eso no autoriza a echar mano del adjetivo «histórico» cada vez que alguien de cierta edad o con un currículum vitae dilatado irrumpe en la actualidad. «Es un histórico de ETA», se ha dicho estos días a propósito de Benito Fermín Martínez Vergara, también conocido por ‘Demonio’, a quien la policía francesa ha echado el guante junto con otros cinco compañeros de fatigas. Lo mismo se dijo hace poco de un tal Zumalde ‘El Cabra’, promotor de un museo de chatarrería con restos de las primeras proezas terroristas. Uno de ellos frisa la cincuentena y el otro la rebasa con creces. ¿Son históricos porque para bien o para mal han hecho historia, o porque les pesan los años y quizá también los kilos? Me temo que más bien lo segundo. Lo poco que pueda haber de admirativo en el marbete de «histórico» queda empañado por su sinonimia con «antigualla» o «trasto viejo». Casi todos los partidos y organizaciones sociales guardan en el desván algún histórico para enseñarlo a las visitas y con ello dar fe de dos valores respetados: el legado de las generaciones precedentes, de una parte, y de otra la atención a la tercera edad, sus residencias, sus pensiones, sus colonias de verano y esas cosas. Cuando al histórico se le saca de ese papel de florero, mala señal. Es que en sus ejércitos no hay nuevas cohortes que tomen el relevo, como parece ocurrir en el estupefaciente inframundo terrorista. O, por citar un ejemplo en los antípodas de éste, como ha sucedido en las recientes elecciones europeas, donde todas las cabezas de lista peinaban canas y, más que dirigirse a Estrasburgo para legislar el futuro del continente, parecían ir a Baden-Baden a tomar las aguas como premio a los servicios prestados en la correspondiente organización. También en el corral provinciano se ha vuelto a oír estos días el término «histórico» aplicado a varios militantes en desuso que vuelven por sus fueros para intentar meter en cintura a un partido que los dejó de lado en la flor de su edad política, y que tal vez por esa razón perdió el oremus y con él sucesivas contiendas electorales. No son los mayores, los expertos, los notables ni los veteranos: son los «históricos». Yo en su lugar, me tentaría la ropa al oír la palabreja, pues tan pronto puede venir untada de incienso como envuelta en caspa y moho. Bienvenidos sean si traen el patrimonio de la experiencia, pero que Dios les guarde si sus opositores les llaman «históricos» con aviesa intención. Es decir, jurásicos.
José María Romera
18 junio 2004
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2004-06-19 01:00 | 2 Comentarios
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