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DESDEÍSTAS
(Publicado en Diario de Navarra, el 24.04.04)
Desdeístas
El Gobierno no opina, sino que “desde el Gobierno se opina”. Los sindicatos no exigen, sino que “desde los sindicatos se exige”. He aquí la nueva fórmula, la fórmula mágica, para contar los hechos en el machacado lenguaje de los informativos. En el de las radios y las televisiones, especialmente, pero también en los periódicos. La preposición
desde ha ganado muchos adeptos. Se ha ennoblecido, por así decirlo. Antes, cuando la gente tenía la fea costumbre de llamar a las cosas por su nombre, usábamos
desde para indicar el origen de una acción o proceso, bien en el espacio, bien en el tiempo. Las sardineras iban desde Santurce a Bilbao, y David Bisbal cantaba, entre bulería y bulería, “de ti vivo enamorado desde que te conocí”. No llovía desde hace dos semanas, íbamos desde casa al trabajo, veíamos el mar desde los acantilados y vivíamos un poco mejor desde que nos subieron el sueldo. Ahora ha surgido un
desde enfático y desconcertante que suplanta a lo que debería ser el sujeto de la acción. “Desde la DGT se advierte de riesgos de embotellamientos en las carreteras”; “desde el Vaticano se vuelve a condenar el terrorismo internacional”; “desde Moncloa se aseguró que Zapatero iba a mandar un escrito”, y así
ad náuseam. Desaparece el sujeto, convertido en un enigmático complemento circunstancial, y el verbo queda impersonalizado, con ese
se que parece eludir la aclaración de quién tiró la piedra en cada caso. Sería más sencillo y más claro decir “la DGT advierte”, “el Vaticano vuelve a condenar” o “La Moncloa aseguró”. Pero en tal caso, ay, la cosa perdería esa rimbombancia ridícula con que la adorna el giro de moda. No acaba ahí el desbarajuste del
desde dejado a campar como vaca sin cencerro. Los neopedantes lo usan también para introducir complementos de modo, y particularmente cuando se trata de poner el acento en virtudes, valores o cualidades que pretenden atribuirse a sí mismos: “Lo declaro desde la sinceridad”, dice el petulante, y le responde el engolado: “Desde el respeto a todas las opiniones, estoy en desacuerdo”. Otros hablan desde (no con, como sería razonable) la modestia, o desde la honradez, desde el sentido común o desde cualquier otra atalaya grandilocuente a la que se han encaramado en esta epidemia de desdes acusadores. Porque no se dan cuenta, unos y otros, de que la aparente solemnidad en la que se colocan hablando de tal modo delata cierta nostalgia del púlpito y transmite la sensación de que gesticulan desde (aquí sí) un remoto tinglado al que han subido para representar la función, en la lejanía histriónica de los charlatanes alzados a su taburete.
José María Romera
24 abril 2004
2004-04-24 01:00 | 5 Comentarios
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Comentarios
1
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De: rocco |
Fecha: 2004-04-24 12:23 |
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Pero está mal dicho? Yo creía que no era un defecto.
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De: Delfín |
Fecha: 2004-05-05 17:58 |
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Con las preposiciones del español nunca se sabe hasta dónde llega el error y dónde está el simple abuso, como en este caso. Lo que me interesaba observar era una tendencia -empobrecedora, a mi juicio, y claramente abusiva- muy extendida en los medios de comunicación y en la política. ¿Por qué se emplea tanto? No lo sé, pero es una fea costumbre de la nueva oratoria.
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Si ad náuseam se pone en cursiva por no ser español, entonces sobra el acento en la a.
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