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ESCRITOR
Una de las manías lectoras en las que desde hace tiempo incurre un servidor se refiere al malestar del hombre contemporáneo. Ya saben, todas esas aportaciones de sociólogos y psiquiatras, de observadores de la comunicación y de filósofos de lo cotidiano, de moralistas y de antropólogos que apenas alcanzan a sazonar la enorme empanada de nuestro estupor con unas gotas de ciencia. Tomando de aquí y de allá uno consigue encontrar explicación a algunos aspectos de este mundo cambiante donde ya casi nada es lo que parece pero, sobre todo, donde da la impresión de que la mayoría de nuestros congéneres anda perpleja. Dando tumbos. Buscándose a sí mismos, mitad estupefactos y mitad escépticos. Desengañados y resentidos. Con prisas y malhumorados. Creo que a la gente le convendría leer ciertos libros de estos para enterarse de una vez por todas que se acabó lo que se daba. Que los viejos esquemas se han vuelto inservibles en la educación, en el trabajo, en la política, en las relaciones personales. Pero que, al mismo tiempo, necesitamos recuperar vínculos con aquella sabiduría antigua que hemos perdido al arrojarnos en brazos del mercado y de la técnica y de la moda por la moda. Seguramente saben de qué les estoy hablando. Todos habrán sentido alguna vez ese desconcierto pero tal vez no hayan sabido ponerle nombre o hayan tratado de remediarlo con la fórmula equivocada. No quiero decir que existan fórmulas infalibles. Pero a veces hay quien da en el calvo. Por ejemplo, algún escritor lúcido y con buen olfato. Uno de ellos es Fernando Chivite. Se lo recomiendo, aunque tal vez ya lo conozcan por
La tapia amarilla,
Los seres indefensos o
La fuga de todo. O por sus artículos, certeros apuntes que demuestran su singular capacidad para dar en la diana. Pero si hoy lo traigo aquí es porque acaba de ganar el prestigioso premio ‘Café Gijón’ con una novela titulada
Oh, mira esas lápidas, que escarba -él lo ha dicho- en «el nuevo universo patológico del alma». Es decir, en esa minusvalía nuestra a la que me refiero. Enhorabuena.
Publicado en Diario de Navarra, 16.9.06
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2006-10-02 18:08 | 0 Comentarios
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