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CAMBIOS
Una nota común entre los extranjeros que con devoción inquebrantable frecuentan los Sanfermines es la nostalgia de las costumbres perdidas. Unos lamentan el abandono de la gaita y el txistu, a otros les incomoda el estrellato mediático de unos corredores de encierro que ya no tienen nada de anónimos, otros abominan de esa homogeneización en el vestir y en el comportarse que traiciona la espontaneidad propia de las fiestas. El poeta Ángel González pasó los Sanfermines de 1989 escribiendo unas crónicas diarias sobre lo que veía pasar ante sus ojos desde la terraza de Windsor. Y dijo una cosa muy reveladora de esta actitud: «Los actuales sanfermines son como una fotografía movida de su propia imagen». Me dirán ustedes que González no es precisamente un apellido guiri. Es cierto, pero el poeta asturiano no traía la mirada de un nacional, sino la del medio yanqui en que le convirtieron sus muchos años de profesor de literatura en Albuquerque, Nuevo México. Los de casa tenemos un inconveniente: nos cuesta reconocer los cambios que se producen en la fisonomía de los Sanfermines porque van ocurriendo muy cerca, como el crecimiento de los hijos o el deterioro de nuestras casas. Tiene que venir alguien de lejos para decirnos con cara de asombro que estamos irreconocibles, lo cual es una forma de expresar cuánto hemos envejecido. En su escrito del día 15 Ángel González hacía un recuento del paisaje después de la batalla, no muy diferente del que puede verse hoy o del de hace cuarenta años. El lamento, el pobre de mí, el silencio de una ciudad fatigada que se vuelve a encerrar dentro de sí misma como si se avergonzara de los excesos cometidos durante ocho días, la vuelta al otro extremo del péndulo. En ese momento el poeta asturiano se hace la promesa de regresar a Pamplona en otra época del año para encontrar la verdadera fotografía de la ciudad. Muchos extranjeros dicen lo mismo. Luego no sé si lo cumplen, o es que lo hacen y se lo callan al comprobar que, para bien o para mal la otra Pamplona no sanferminera también está irreconocible.
Publicado en Diario de Navarra, 15.7.06.
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2006-07-31 18:00 | 0 Comentarios
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