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INSEGUROS
Nunca como hasta ahora han florecido los negocios de la seguridad: vigilantes jurados, videoporteros, cursos de autodefensa, sistemas de alarma, máscaras antigás, botiquines dotados de todos los primeros auxilios. Los presupuestos de los estados y las empresas reservan un creciente cupo para los gastos de protección de personas y bienes. Y casi diariamente las noticias llaman a rebato frente un nuevo peligro que se cierne sobre nuestra vida cotidiana, llámese antenas de telefonía móvil o asaltos de bandas violentas en chalés. El miedo derivado de la sensación de desvalimiento viene creciendo en el mundo moderno desde hace unos cuantos años, tal vez porque el progreso de la era contemporánea comporta el tributo de una inseguridad acechante a la vuelta de cualquier esquina. Los peligros son nuevos, pero sobre todo es nueva la respuesta: angustia, desconcierto, sensación de contingencia y desamparo cósmico, sinsentido de la utopía de libertad hacia la que creíamos avanzar. El nuevo modelo de individuo que se está forjando ya no es el ciudadano que asocia bienestar con autonomía, sino el súbdito timorato que sólo quiere vivir sin sobresaltos y reclama de sus señores (el poder político, la ciencia, los servicios públicos, sus padres o los jefes) una tutela proteccionista. El instinto de conservación es un buen compañero, pero un pésimo guía de viaje. De él no puede esperarse ni el compromiso moral, ni el arrojo afectivo, ni la apertura intelectual. El camino por el que nos conduce es el de la sumisión pusilánime y pasiva, incapaz de forjarse metas de superación o entrega. Por buscar la seguridad exterior, perdemos seguridad en nosotros mismos puesto que ésta sólo crece y se alimenta del ejercicio de la propia libertad. Cuanto mayores y más sólidos sean los parapetos que levantemos a nuestro alrededor para hacernos inmunes, más devaluado quedará el bien que creemos estar protegiendo. Triste escena de futuro, la que nos pinta enclaustrados en un búnker inexpugnable deambulando con la mirada perdida por el triste círculo de nuestro empequeñecimiento.
Publicado en Diario de Navarra, 10.6.06
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2006-06-12 08:49 | 0 Comentarios
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