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TESORO
Nuestros hermanos de ultramar venidos en busca de empleo y de un buen pasar suelen sorprenderse de un hecho impropio del Dorado que esperaban encontrar a su llegada. Creían ellos que, en una tierra donde se atan los perros con longaniza y donde la opulencia discurre por las calles como un río caudaloso, también la cultura flotaría en el aire al alcance de la mano. Pronto descubren que no es así. Muchos de estos dominicanos, bolivianos, ecuatorianos, salvadoreños o peruanos no han conocido más escuela que el precario barracón donde el maestro les enseñaba las primeras letras frente a una raída pizarra y un mapamundi caducado. Otros tuvieron la fortuna de ingresar en institutos de grado medio igualmente desprovistos de libros y laboratorios y donde la llegada de una computadora de segunda mano era recibida con honores de día festivo. Pero toda esta gente sencilla se sabía dueña de un tesoro: el idioma. Uno de los idiomas más ricos, prestigiados y nobles de cuantos circulan por la Babel del universo. Desde el parvulario habían recibido la lección del respeto a la lengua castellana y, aunque no llegaran a conocer los misterios gramaticales ni pudieran hacerse con las obras de Cervantes o de Borges, aprendieron de oídas a recitar poemas de Darío, de Nervo, de Martí, de Sabines y de Lorca. Incluso fuera de la escuela el culto a la buena lengua era una práctica familiar heredada de los relatos que contaban en la cocina sus bienhabladas abuelas. De manera que al aterrizar en la madrastra Patria piensan que al menos les protege el salvoconducto de su hablar común, y que ese respeto por la Lengua les permitirá sentirse menos desplazados que otros inmigrantes de distinto origen. Cuál no es su sorpresa cuando encuentran un idioma devaluado, maltratado, hecho trizas, que, cuando no se alborota en frases inacabadas y bruscas, adopta el énfasis grotesco de los discursos acartonados. No sólo es un idioma sin color ni poesía, sino que da la impresión de ser empleado a desgana, como un engorro inevitable. Lo que mayor extrañeza suele causarles es la profusión de tacos o, como ellos los llaman, de palabras gruesas. No comprenden cómo habiendo en el español tantos términos para nombrar a las cosas y para expresar alegría, tristeza, ira o satisfacción, todo se resuelva recurriendo a hostias, cabrones, coños o leches. También ellos dominan registros coloquiales llenos de frescura, inventiva y picardía. Pero conservan la capacidad de distinguir entre la llaneza y la chabacanería, entre la educación y el mal gusto. Aman el idioma, en definitiva, quizá debido a esa vieja regla de la supervivencia según la cual a fuerza de privaciones uno aprende a valorar más lo poco que posee.
Publicado en El Correo, 27.11.05
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2005-11-29 16:19 | 5 Comentarios
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Comentarios
1
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De: Rigel |
Fecha: 2005-11-30 15:24 |
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A mí me dan ternura. Esos hispanohablantes que tienen motivos para hablar mal y que tan bien tratan una lengua que tan mal tratan algunos por aquí, me producen una ternura infinita.
Tanta como rabia los que, teniendo un tesoro a su alcance lo dilapidan sin más pretexto que el de seguir la corriente.
Pero, claro, el hablar bien requiere un pequeño esfuerzo que resulta imposible para muchos: el de ser hombres.
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2
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De: Delfín |
Fecha: 2005-11-30 16:20 |
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Lo triste es que muchos de ellos, una vez instalados aquí, se contagian con rapidez de nuestros malos usos.
Ocurre sobre todo con los pequeños en edad escolar: enseguida se dan cuenta de que para sentirse acogidos por el grupo, para 'integrarse', deben imitar los modos de los nativos y entre ellos la manera de hablar. Y a las pocas semanas sueltan más tacos que nadie y cambian su entonación amable por un decir brusco y vacilante como el nuestro. Una lástima
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3
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De: José |
Fecha: 2005-12-08 21:15 |
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Acá en México desde niños siempre nos decían que en España se hablaba mejor que aquí. Ahora tenemos ocasión de comprobar, que a diferencia de España, los tacos acá se comen con tortilla y guisado, que los ordenadores no existen pues tenemos computadoras y que el coño es un lugar húmedo, caliente y no se anda exclamando, se aprovecha.
Por ello, "De lengua me como un taco" dice el refrán.
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4
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De: Anónimo |
Fecha: 2005-12-21 11:11 |
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Pues no te voy yo a quitar la razón, pero tengo la sensación de que a esos latinoamericanos bienhablantes se les tiene prohibida la entrada a los foros en internet, habida cuenta de las barbaridades que se ven. Yo, por ejemplo, he estado en foros mexicanos y lo único bien escrito era el código HTML (exagero, lo sé, pero quien haya visitado alguno se hará a la idea).
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5
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De: Alejandra |
Fecha: 2006-05-13 01:05 |
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Bueno soy una latinoamericana orgullosa de serlo ecuatoriana nacida en un hermoso país en la Mitad del Mundo, rico muy rico, precioso mas que cualquier otro... Nuestra manera de hablar nos identifica como tal... Lamentablemente no hay un gobernador que explote todo esto, por eso mucha gente ha sentido la necesidad de migrar... Pero creo que seriamos mas felices si un monton de españoles ignorantes no hubieran venido a robar las riquezas de nuestron incas, shyris, caras e imponernos a la fuerza su idioma... nuestras raices nos gritan viva el Quechua, viva Latinoamerica!!!
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