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Ser agradecidos
Hay una forma de gratitud que se nutre de nuestro sentido de la justicia. Ésta nos dice que debemos agradecer los favores o los regalos para mantener el orden en las relaciones humanas. Entendido así, agradecer es reintegrar algo, zanjar una deuda, abonar un servicio. Pero la pretensión de equilibrio desvirtúa el sentido de la buena gratitud, puesto que ésta no consiste en corresponder con la misma moneda, sino en manifestar sinceramente el reconocimiento del bien recibido. Nada hay más postizo y grotesco que esas competiciones de favores mutuos en las que donadores y agraciados parecen tasar al milímetro el precio de sus obsequios y no quedan tranquilos hasta asegurarse de que han pagado el precio exacto por el bien recibido del otro.
La gratitud de verdad huye de los formulismos para echar raíces en el campo del sentimiento. Así como el favor más valioso es el que se presta desinteresadamente, también la mejor manera de corresponder es la que, ajena a mediciones y a compromisos, se expresa en afecto. Ni los hijos han de pagar a los padres el dinero que éstos han invertido en su alimentación o en sus estudios, ni quien recibe el regalo de una cesta navideña ha de echarse ipso facto a la calle para ir a encargar otra lo más semejante posible con la que corresponder a la que le ha llegado. Pero incurre en ingratitud quien no devuelve al menos una palabra de estima.
Suele suceder que aquellos que acostumbran a llevar la cuenta de los favores dados o recibidos tienen también la mala costumbre de anotar los agravios; no actúan por cortesía ni de buena fe, sino como implacables justicieros. Su aparente sentido de la gratitud responde en realidad a un instinto de canje, de trueque, de compra-venta. Y, más frecuentemente todavía, tienden a tener presentes los favores que hicieron antes que los recibidos, tal como observó Goethe: «Si nos topamos con alguien que nos debe gratitud, en seguida lo recordamos. ¡Cuán a menudo, en cambio, podemos encontrarnos con alguien a quien nosotros se la debemos y ni pensamos en ello!». (
sigue)
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2005-11-23 10:02 | 0 Comentarios
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