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{ Bitácora de José María Romera. Artículos de prensa y otros escritos }

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    ©2002 romera

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    CARRETERA



    De nuevo las autoridades nos alegran la vista con esos spots de temporada donde advierten que conducir es peligroso para la salud. Unos aseguran que está comprobado el efecto disuasorio de las escenas de ‘cascadeurs’ y chatarra, porque en materia de educación viaria la letra sigue entrando con sangre. Otros prefieren el tono pedagógico y paternalista de los anuncios blandos. De cualquiera de las formas, en estas migraciones veraniegas más de un viajero no llegará a su destino. El horizonte de una playa luminosa se le apagará en la mesa de un quirófano o en la definitiva oscuridad de una lápida. Por cada conductor que levante el pie del acelerador recordando las imágenes o los consejos, quedarán unas docenas de irresponsables, como aquel hombre del seiscientos jaleado por Moncho Alpuente, convencidos de que la carretera nacional es suya. Suya la carretera, suya la autopista, y se conoce que suyas también las calles de la ciudad, pues la prensa ha traído estos días más de una esquela funeraria escrita en algún paso de cebra. Para quienes veneran la velocidad y ven más belleza en un automóvil de carreras que en la Victoria de Samotracia, ya pueden decir misa. Me temo que ningún spot logrará espantar a muchos conductores embriagados de alcohol o de inconsciencia. El hechizo del automóvil obra de tal manera que cuando uno se sumerge en él pierde los estribos, y a lo que se ve está dispuesto también a perder los sesos, mejor si son los del prójimo. De esto han escrito hasta hartar sociólogos y loqueros, pero no parece que a los publicitarios del ramo les importe un pimiento; antes al contrario, el tótem del automóvil luce cada día más ornamentos y nuevos atributos. A las inocentes insinuaciones eróticas que destilaban aquellos anuncios donde el brillo del capó cautivaba a la rubia más despampanante se ha agregado hoy un sinnúmero de raras novedades que convierten al coche en objeto preferente del deseo. No resulta muy juicioso que a la vez que nos alertan de un riesgo sigan invitando a desafiarlo. Del mismo modo que no cabe en cabeza alguna que haya coches capaces de alcanzar velocidades infinitamente superiores a las permitidas por el código -pero los fabrican-, es cuando menos chocante que a un spot conminatorio le sucedan otros veinte diametralmente opuestos. Por mucho ‘memento’ apocalíptico o bienintencionada admonición que nos echen, su efecto será escaso mientras no nos prevengan también de que los coches, como las armas de fuego, los carga el diablo, y mientras sigan sueltos tantos chiflados que hacen oídos de mercader a las recomendaciones viarias porque aún creen que deprisa y avasallando se llega antes, se liga más y la humanidad entera se rinde a sus neumáticos.

    Publicado en El Correo, 3.7.05
    _____________________________________________________________________

    2005-07-04 22:08 | 2 Comentarios


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    Comentarios

    1
    De: sting Fecha: 2005-07-05 10:52

    está feo comparar números de muertos pero este año ha habido menos que el anterior en la operación salida. En 2004 fueron 35 y en el 2005 han muerto 22 el primer fin de semana. toquemos madera y haber si mejoramos.



    2
    De: Anónimo Fecha: 2005-07-05 12:52

    No siempre la culpa es de los conductores.

    El Estado hace ver que se preocupa de nuestra seguridad, pero al final el culpable para él es siempre el ciudadano.

    Así no se siente obligado a mejorar las carreteras y las señales.



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