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{ Bitácora de José María Romera. Artículos de prensa y otros escritos }

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    LA SELECTIVIDAD

    Publicado en Diario de Navarra, 19.6.05



    Tengo en mis manos un examen de Selectividad con faltas de ortografía. Me dirán que vaya bobada, ahora que casi todo el mundo comete errores de estos. ¿Cómo sorprenderse de que se le escapen a un estudiante de bachillerato? Ciertamente, apenas tendría importancia si no fuera por un pequeño detalle: las faltas no son imputables a ningún alumno en su escrito de respuesta, sino que venían ya impresas en el cuestionario del que alguien me ha hecho llegar una copia. Es decir, son obra del docente que ideó las preguntas y las imprimió negro sobre blanco. Un docente universitario, es de suponer, de esos que durante las jornadas de la Selectividad se presentan ante los muchachos con toda prosopopeya como tratando de hacerles ver que lo del acceso a la Universidad son palabras mayores y que los tres días de tortura reglamentaria constituyen el tributo debido al Alma Mater. Que tiemblen y así sepan lo que vale un peine. Luego la realidad, infinitamente menos protocolaria, les regala una entrada masiva en facultades y escuelas. La selectividad ya no es más que un susto hecho liturgia. Un rito de paso pensado para que el estudiante coja respeto a las supuestas eminencias que le aguardan en los estrados, unas veces cargados de sabiduría cierta y otras colados en el escalafón docente por inercia burocrática. No estoy en contra de los exámenes de grado, de reválida o del eufemismo que quieran poner ustedes. Antes al contrario, me temo que al estudiante de hoy se le estafa a base de facilidades que sólo sirven para hacerle olvidar la importancia del esfuerzo en su formación. Si la Selectividad ha degenerado en una cosa injusta, inútil y absurda, es precisamente porque no cumple la función de distinguir a los más capaces y rechazar a los ineptos. Con el paso de los años, los criterios que rigen en la elaboración de las pruebas de selectividad se han ido debilitando hasta la miseria. Los temarios se han encogido y los exámenes son manifiestamente más sencillos que los resueltos por esos mismos alumnos en sus colegios e institutos. Si en algo es puesto a prueba en la Selectividad no es el talento del estudiante, sino su resistencia; no sus conocimientos, sino su tolerancia al estrés y a las altas temperaturas del aulario donde pasa revista. Aunque esto último, lo del calor, tampoco debe de ser significativo porque últimamente los muchachos se han inventado otro rito encadenado al del examen: el de la semana de botellón playero para resarcirse de los sufrimientos padecidos. Los pobrecillos. Supongo que este examen con faltas de ortografía no es sino un pecio más del mismo naufragio.

    18 junio 2005
    __________________________________________________________________

    2005-06-20 16:49 | 2 Comentarios


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    Comentarios

    1
    De: jose Fecha: 2005-06-20 17:01

    Si la ortografía no la aprendes bien de pequeño ya nunca te enderezas, pero yo creía que los exámenes siempre eran revisados por otro profesor por si acaso... :?



    2
    De: JMR Fecha: 2005-06-20 17:30

    Es posible que los exámenes sean revisados por un segundo profesor. En tal caso, no tendríamos sólo un ceporro, sino dos. Entra dentro de lo posible. En la Universidad, todo entra dentro de lo posible.

    Llevado por algún arrebato de piedad omití en mi texto un hecho agravante: que no tenía un solo cuestionario de examen con faltas de ortografía, sino dos. Ambos de la misma universidad, de materias diferentes pero de la misma convocatoria de Selectividad, la de ahora.



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