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DESLOCALIZACIÓN
Publicado en El Correo, 13.3.05
Bonito camino hacia la igualdad de sexos ha elegido esta actualidad que nos muestra mujeres rivalizando con los hombres en la tortura de sus semejantes, como aquella
chica soldado que arrastraba de una correa a un preso iraquí atado por el cuello y luego ensayaba alegres poses de turista ante la cámara que la iba a retratar pisando el vientre a otro prisionero. No defiendo ningún coto de caza masculino. Las hembras tienen todo el derecho a entrar en los infiernos e incluso a comprarse allí su parcelita, si eso les hace felices. Sin embargo será algún resto de sexismo atávico lo que me ha vuelto a provocar escalofríos al conocer que también fue una mujer la responsable de la cárcel de Abu Graib en los meses de mayor actividad carnicera de aquel penal. La general
Janis Karpinski ha roto ahora otro silencio y ha confirmado que entre julio y noviembre del año 2003 fueron varios los reclusos menores de edad, alguno de ellos de doce años. La confesión de la militar ha venido a coincidir con otra noticia, ni masculina ni femenina esta vez, según la cual la CIA ha buscado una solución para aplicar la tortura a sus detenidos sin tener que pasar por el engorro de rendir cuentas a nadie. El nuevo sistema de la
CIA, que para algo se hace llamar central de inteligencia, consiste en trasladar a los prisioneros a países dispuestos no sólo a acogerlos en sus mazmorras, sino a hacerles cantar la Traviata mediante la aplicación de refinadas
torturas. Es otra vuelta de tuerca en la llamada «deslocalización» de detenidos cuyo origen se remonta a Guantánamo. Deslocalización y también subcontratación, como si se tratase de una empresa de altos vuelos que deja en manos de negreros sin escrúpulos la ejecución de los trabajos sucios. Si una firma automovilística puede «externalizar» su producción creando factorías en repúblicas bananeras donde no hay legislación laboral que encarezca el producto ni reglas medioambientales que prohíban los vertidos tóxicos, ¿por qué no aplicar la fórmula al sector carcelario, tan limitado en su eficacia exterminadora por las trabas humanitarias y por la legislación sobre derechos humanos? Hasta hace poco se decía que las guerras eran un motor de la economía. Ahora son las nuevas pautas del Mercado las contribuyentes a perfeccionar el crimen. Y, como no hay trampa económica que no se oculte bajo el pertinente eufemismo, a estos destierros de presos les llaman «restituciones extraordinarias». Todo hecho con la mayor de las limpiezas y con una extraordinaria pulcritud democrática. Tanta, que los aviones de carga con destino al correspondiente país de torturas estarán pilotados indistintamente por hombres y por mujeres. Como exigen los tiempos.
13 marzo 2005
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2005-03-13 01:00 | 0 Comentarios
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