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SEÑOR
Publicado en El Correo, 20.2.05
Entre los votantes ilusionados que hayan ido a las urnas este 20 de febrero a primera hora estará un anciano cuyo nombre es Fernando Morán. Algunos quizá lo recuerden, aunque el tiempo del olvido corre veloz. Fue ministro de Asuntos Exteriores en la época en que España firmó el acta de adhesión a la Europa de los Doce. Y fue también candidato a la alcaldía madrileña. Y uno de los intelectuales más serios y honrados del Partido Socialista. Tiene escritas varias novelas, alguna de ellas digna de relectura. Sabe idiomas. Piensa y tolera. Pues bien, a este hombre le han pasado últimamente algunas cosas malas. A pesar de vivir en un discreto retiro, cierta prensa la ha tomado con él como pasándole factura de alguna deuda caducada, o simplemente por no perder la práctica de ensañarse con el indefenso, ese deporte nacional. Esa prensa ha hecho correr la especie de que andaba poco menos que mendigando por las calles, sin un euro para comprar el periódico. Lo ha difundido con las técnicas que inventaron rotativos amarillentos de épocas pasadas, unos procedimientos insidiosos consistentes en remitirse a «fuentes bien informadas» que en este caso son un quiosquero y los vendedores de fruta de un mercado. Según ellos (o según lo que ponen en sus bocas, que cualquiera sabe), el ex-ministro pasa la mañana husmeando entre los periódicos sin comprar finalmente ninguno. Por si esto fuera poco, lo pintan de puesto en puesto comparando precios de la fruta. Suponiendo que ambas conductas fuesen ciertas y suponiéndolas además tan oprobiosas como quiere mostrarlas la brocha autora de este infamante retrato, estaríamos ante un pobre de solemnidad que pone en entredicho la dignidad de los políticos retirados. O por lo menos la dignidad de los políticos retirados sin canonjías ni prebendas. Don Fernando Morán –y aquí el ‘don’ quiere contener más que respeto: lleva admiración- se ha limitado a responder que nada de eso es cierto y que sus recursos, aunque modestos, le permiten llevar una vida decorosa dentro de la austeridad. Ha recibido los comentarios con la misma filosofía con que tiempo atrás sobrellevó el bombardeo de chistes a que fue sometida su persona como si fuera el bobo de Coria o el último de los leperos. Seguramente piensa, como pensamos muchos, que no ha de rendir cuentas de su estado quien carece de medios, sino quienes los han acumulado en el ejercicio de los cargos. Y que hojear la prensa de buena mañana es un buen hábito de cabezas inquietas. No ha hecho mella en él, pero ha sido una vileza muy del viejo estilo facineroso de algunos periodistas que hace tiempo perdieron el honor y la vergüenza en lances menos decorosos que la compra diaria.
19 febrero 2005
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2005-02-21 01:00 | 1 Comentarios
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