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LA LLAMA
Publicado en El Correo, 6.2.05
Madrid ha escogido para su candidatura olímpica un distintivo muy elocuente. Es una llama que arde en el aire, sin antorcha ni vela ni candelero que la sostengan. Lo que estéticamente ha sido un acierto indiscutible, desde el punto de vista simbólico corre el riesgo de invocar malos presagios. Puede interpretarse como la representación de una euforia carente de base, de un deseo tan inflamado como poco consistente. No quisiera ser aguafiestas. Vayan por delante mis sinceros deseos de que Madrid albergue los Juegos Olímpicos de 2012. Nada me agradaría más que ver repetida aquella escena con Samaranch abriendo el sobre y proclamando «Barcelona» en medio del júbilo nacional. Pero el entusiasmo mostrado por las autoridades estos días de examen no es suficiente para organizar unas Olimpiadas ni basta con una refinada cena en La Zarzuela para ganarse la voluntad de los inspectores del COI. No hay motivos para suponer que Chirac, Putin o Bush vayan a comportarse como peores anfitriones cuando el tribunal olímpico curse visita a sus ciudades candidatas. Como es sabido, a la hora de la verdad se valoran otras cosas aparte de las cortesías. Y la no menos importante de ellas son los accesos y las buenas comunicaciones a las zonas deportivas. Pues bien, parece improbable que en este punto Madrid resulte ejemplar. Mal harían la Comunidad y el Consistorio y sus técnicos si no admitieran que la capital de España es un caos para el tráfico rodado y una ratonera para los vehículos que circulan por ella. Una de las áreas más diabólicas es precisamente la elegida para el anillo olímpico. Hace poco más de dos años, el estadio de La Peineta –el corazón de los soñados Juegos de 2012- acogió la Copa del Mundo de Atletismo. Pese a la magnitud del acontecimiento, la única tribuna por entonces levantada quedó a medio llenar. Y con todo y con eso los espectadores estuvimos a pique de perdernos la competición, retenidos por atascos mayúsculos en una M-40 incapaz de digerir un flujo inusual de vehículos. Dicho de otro modo: un fracaso como ensayo general. De entonces a hoy, la cosa se ha ido complicando todavía más, pero no se sabe de ninguna previsión de nuevas vías en esos puntos. Se oye hablar de mejoras en el transporte público, apelando más a la voluntad que a las realidades. Dicen que peor lo tienen París y Nueva York en este aspecto. Flaco consuelo. Ojalá que Madrid sea la sede elegida, pero eso no eximirá a sus gestores de hacer más obras de las previstas si no quiere que sus Juegos se celebren sin deportistas ni espectadores porque han quedado atrapados en el camino. Bien está el calor de la llama, pero si queremos Juegos habrá que echarles menos retórica y más combustible.
6 febrero 2005
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2005-02-06 01:00 | 1 Comentarios
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