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PROPÓSITOS
Publicado en El Correo, 2.1.05
Que el peor enemigo de cada uno es él mismo, es algo que se suele comprobar todos los meses de
enero. Ocurre en esa zona del
ciclo vital en que casi todos nos empeñamos en formular propósitos de enmienda que no cumpliremos, o que abandonaremos apenas sometida nuestra voluntad a un par de vueltas de tuerca. Como el ser humano es una criatura ilusa y tornadiza por naturaleza, sólo en contadas ocasiones alguno de esos cambios se produce. Sin ir más lejos, un servidor de ustedes cumplió el año pasado una de las
promesas que llevaba más de un lustro haciendo en vano. Pero no lo hizo con la calentura de la Nochevieja, ni siquiera en lo que quedaba de invierno. Tardó unos seis meses en plantarse en posición de firmes, postura que, dicho sea de paso y no sin cierto orgullo, mantiene hasta el día de hoy. Dudo, por tanto, que pueda hablarse de cumplimiento de una promesa de Año Nuevo tratándose de una decisión diferida hasta el otro solsticio. Y es que quizá nos obstinamos en tomar determinaciones demasiado drásticas cuando las circunstancias son menos propicias para las mudanzas. En lo mental andamos algo aturdidos con los estragos causados por ese espíritu navideño que nos obliga a sonreír y a confraternizar sin límite, y en lo corporal qué voy a contarles que ustedes ya no sepan después de los cavas, los patés, los mariscos, los mazapanes y demás aliados de la hipercolesterolemia. Bastante mérito tiene sobrevivir a tanto cataclismo como para encima emprender la tarea de ser otro hombre u otra mujer. Pero, por si acaso alguno de ustedes permanece inasequible al desaliento y está resuelto a dar la campanada –con lo que sea, los pitillos, los estudios, las grasas, el deporte, la lectura-, sepa que la tecnología viene en su ayuda. Hay un sitio en la Internet donde puede dejar escritos sus propósitos con la certeza de que no se los llevará el viento. Se llama www.hiaspire.com y se encarga de dos cometidos. Uno es dar consejos genéricos de mejoría personal. El otro, más comprometedor, enviarle cada cierto tiempo un mensaje de correo electrónico para recordarle que es usted un tipo de tan poca palabra como flaca
fuerza de voluntad. No me pregunten si funciona. Si sus intenciones no son muy ambiciosas, les recomiendo ir a www.brunching.com/features/betterperson.html, donde encontrarán fórmulas sencillas para ser una buena persona en lo menudo. Por ejemplo, en cosas como acostumbrarse a tirar de la cadena tras hacer uso del servicio. Ustedes sabrán. En lo que a mí respecta, y una vez logrado lo del maldito tabaco, me quedo al nivel de Augusto Monterroso cuando escribía: «Único propósito de Año Nuevo: perdonar a mis colegas que sean mejores escritores que yo». Palabra.
José María Romera
2 enero 2005
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2005-01-03 01:00 | 2 Comentarios
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