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EUROESCÉPTICOS
Publicado en El Correo, 31.10.04

Siempre que nace una nueva palabra, viene acompañada de algún equívoco. Muchos piensan que ‘euroescéptico’ es sinónimo de retrógrado, de reaccionario, de particularista agarrado como una lapa a los acantilados del terruño. Convertido en eficaz arma arrojadiza, lo emplean los estadistas europeos para acallar voces discrepantes y muchas veces sensatas que no sólo no rechazan la idea de Europa, sino que desearían ver al continente avanzar con pasos aún más largos y rápidos. ¿Dónde está, pues, su escepticismo? No en la Constitución ahora acordada, sino en el deficiente funcionamiento de las instituciones continentales. No en el empeño de solidaridad que en teoría comporta la asociación con países tan diversos, sino en la falta de garantías para que esa aparente hermandad no derive hacia el punto contrario, es decir, al galimatías. No en los valores que se supone representativos de la Europa ilustrada, laica y moderna, sino en la sospecha de que el ente en construcción es ante todo un producto mercantil donde el proyecto de ciudadanía quedaba muy de lado a partir de aquel su embrión de 1957. El euroescéptico todavía se reserva el derecho a dudar de que un organismo nacido hace medio siglo como comunidad del Carbón y del Acero se pueda transformar en una unión cívica. Y motivos no le faltan. Sin ir más lejos, ahí están las grotescas piruetas del zarandeado Durão Barroso que no logra formar su gabinete. Bien es verdad que todo tiene un lado positivo: en este caso, las dificultades del presidente de la Comisión otorgan puntos democráticos a favor del Parlamento. La firma –que no aprobación- de la Carta Magna europea supondría un avance formidable si con ella se hubieran dado dos pasos: el primero, su inmediata entrada en vigor en todos los países miembros, cosa que no ocurrirá antes de dos años; el segundo, la consecuente renovación de todos los órganos y mecanismos institucionales, hecho que seguramente tardará aún más en producirse teniendo en cuenta la resistencia de todas las burocracias al cambio. Motivos sobran, pues, para seguir siendo escépticos. Hay caminos que se hacen más seguros con el equipaje del recelo que con el del entusiasmo incondicional. A uno le gustaría que ese camino se anduviera cuanto antes, y por eso celebra la firma del 29 de octubre en Roma. Pero harían bien los padres de Europa en abstenerse de retóricas triunfalistas creyendo que de aquí en adelante todos los obstáculos se salvarán esgrimiendo el texto constitucional, tarareando a Beethoven y haciendo tremolar la bandera azul celeste. Necesitamos gobernantes euroescépticos, es decir, conscientes de los escollos que aún aguardan y dispuestos a salvarlos con todas su consecuencias.
José María Romera
31 octubre 2004
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2004-11-01 01:00 | 3 Comentarios
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Comentarios
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Coincido contigo en el uso malformado que se ha dado al "euroescepticismo".
Pero perdóname si discrepo de tu apreciación sobre la reciente constitución europa. Al igual que la UE que nace y se desarrolla con fines puramente económicos la Constitución Europea está escrita con la intención de preservar el poder de los estados escleróticos y de la plutocracia eterna. No ha contado con la voluntad de los ciudadanos, será aprobada en muchos paises sin su participación y en aquellos en los que se pueda votar solo se podrá rechazar o apoyar. No hay sitio para la participación directa de los ciudadanos en unas instituciones que sirven como retiro de las viejas glorias de las políticas de cada estado. La Europa de los pueblos y las naciones no está representada en una UE que se basa en los estados arcaicos y temerosos de diluirse en sus ciudadanos.
Me gustaría una Europa de las naciones y de las gentes. Una Europa con su centenar de lenguas y de costumbres, de pueblos y de tradiciones. Fuimos crisol de la civilización occidental y ahora languidecemos atrapados en una carcel hecha de los "vertebrados" estados. Y mientras tanto se firman con plumas rubricadas en latín bajo la mirada de los papas asesinos (Urbano VIII, juez de Galileo y Inocencio X genocida contrareformista) papeles mojados sin vuelta atrás. Porque la UE no ha contemplado mecanismos que permitan que la constitución sea reformado si no es aceptada por alguno de los paises miembros. Solo la repetición at infinitum del referendum....
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