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EL SACO
Publicado en Diario de Navarra, 16.10.04
Ni en sus mejores días de gloria allá en el frente habrían podido soñar los enrolados en la División Azul que con el paso de los años uno de ellos desfilaría por el Paseo de la Castellana, de la mano –como quien dice- de un ex-combatiente de la División Leclerc. Son las sorpresas que depara el hecho de tener un ministro de Defensa con cabeza suficiente para albergar ideas originales. El ministro Bono ha declarado que su intención era convertir la parada militar en un acto de reconciliación nacional. Algo ha conseguido: yo me reconcilié con mi sentido del humor, del que llevaba una temporada algo alejado por motivos que no vienen al caso. Pero comprendo que no a todo el mundo le hubiera entrado la risa. El método de reconciliación que propone Bono es tan simple en el planteamiento como dudoso en el resultado. ¿Que dos compatriotas riñen? Se les junta y se acabó la disputa, piensa el ministro. Si esta vez le funcionó, sospecho que es debido a una circunstancia menor: el hecho de que ambas viejas glorias fueran unos venerables ancianos que bastante hicieron con mantenerse en pie durante todo el desfile. Pocas fuerzas les quedarían para ponerse a discutir en mitad de la calle. De haber juntado dos adversarios menos entrados en años, quizá aquello hubiera acabado como el rosario de la aurora. Ingenuo concepto éste de democracia al que se pretende llegar por el sistema del chamarilero: metiendo todo el género en un mismo saco. Porque lo del 12 de octubre, que ya desde su origen venía lastrado por una cierta indefinición conceptual -¿día de la
Raza, día de la
Hispanidad, día del Descubrimiento?-, con el festejo ideado por Bono ya escapa a cualquier intento de explicación unitaria y razonable. A la confusión de origen agregó el ministro una invocación a la Constitución, que ya tiene su fiesta propia en el calendario, al lado de la presencia de algún líder político que pone en duda la Carta Magna. En vez de quitar un poco de hierro al desmesurado e improcedente carácter militar de la celebración, añadió tropas nuevas en el acto, algunas de trayectoria histórica mal avenida con la idea de reconciliación. Si a eso añadimos el hecho (no imputable a Bono) de que la cabra de la legión se llamaba ‘Caudillo’, y luego la ulterior refriega entre distinguidos representantes del partido opositor, y para coronar el pastel volvemos a la guinda puesta por propio el ministro al declarar que aquí apenas hay nadie que no tenga un pasado franquista, habremos de admitir que fue un 12 de octubre para olvidar. O para celebrar más discreta y sigilosamente en lo sucesivo.
José María Romera
16 octubre 2004
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2004-10-17 01:00 | 2 Comentarios
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