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RESTOS
Publicado en El Correo, 20.6.04
Cuando Beckham llegó al Real Madrid, hasta los menos atraídos por el balompié tuvimos que tragarnos toda clase de noticias, reportajes, artículos de fondo y material periodístico diverso donde se afirmaba sin ningún género de dudas que el fichaje suponía una notable ganancia para el fútbol español. Algo parecido dijeron del brasileño Ronaldinho una vez incorporado al Barça, y tres cuartos de lo mismo hemos venido oyendo respecto de jugadores y entrenadores importados de todas las latitudes. La mayoría de los ídolos en cualquier capital de provincia son inmigrantes de lujo venidos a alegrar los domingos del aficionado con sus cabriolas en el área, sus goles de golpe franco o sus veloces carreras por la banda. Todo esto está muy bien: libre mercado, primacía del espectáculo, pan y circo por encima de todo. Pero si es cierto que el fútbol español necesita jugadores de otros países para mantener el alto nivel que se le atribuye, la conclusión necesaria es que la materia prima indígena no da la talla. Es decir, que un equipo compuesto exclusivamente por futbolistas españoles se las vería y se las desearía para no acabar goleado en caso de confrontación por países y no por clubes. Pues bien, he aquí que esa confrontación ha llegado. Estamos en la Eurocopa, y lo digo en plural de entusiasmo para que nadie me tome por aguafiestas o antipatriota. Nos disputamos el título continental con otras veintitrés selecciones, en varias de las cuales se alinean futbolistas a sueldo de clubes españoles. ¿Y qué mensaje nos transmiten ahora la prensa y los dirigentes futboleros? Espíritu de triunfo. No sólo aseguran que la selección nacional está en condiciones de ganar el trofeo; dan a entender que no hacerlo supondría un fracaso. A ver si nos aclaramos: o el futbolista español es de lo mejorcito de Europa, y entonces no hay razón para que vengan otros de fuera a birlarle el puesto en la liga de clubes, o no pasa de mediocre, en cuyo caso bastante mérito tiene la selección con haber llegado a las eliminatorias de la Eurocopa. Les confieso que no entiendo nada. Un vago sentimiento de solidaridad en la cercanía me anima a desear los mayores éxitos para nuestros colores. Pero al mismo tiempo, la voz de la sensatez me dice que sería preferible caer en la primera ronda o en los cuartos de final. No quiero compatriotas tristes, pero tampoco atontados ni con el seso sorbido por una quimera sin fundamento lógico. La selección española de fútbol representa lo que queda en el campo después de irse los galácticos que marcan goles y hacen virguerías. Si con esos restos de serie se puede ganar una Copa de Europa, entonces, ¿a qué diablos tanto fichaje innecesario, excesivo, insultante?
José María Romera
20 junio 2004
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2004-06-20 01:00 | 2 Comentarios
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