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DESCANSO
Publicado en El Correo, 9.5.2004.
Descanso
Prefiero dejarlo en el misterio. Aunque no soy de los que arden en deseos de no leer el libro de José María Aznar, mis ocupaciones no me permiten el lujo de abrirlo siquiera. Son tantos los compromisos pendientes con otros títulos que la magna obra del ex-presidente deberá esperar su turno. Sabrá entenderlo mi ilustre tocayo, como buen degustador de literatura que se ha jactado de ser: a los tocados del vicio lector siempre se nos amontonan volúmenes en la mesilla de noche, muchos de ellos más apremiantes y necesarios que las memorias de un gobernante a quien hemos tenido como quien dice metido en casa durante ocho años. Un descanso, pues. No lo tome a mal el ex-presidente. No es una
separación, ni un acto de ingratitud hacia sus largos e impagables desvelos. Tomémonos un tiempo, si le parece, conservando entre usted y yo otra relación. Como amigos, pero libres ambos para rehacer nuestras vidas. La suya ya veo que la tiene resuelta, entre Georgetown y el chalecito en las afueras de la capital. Tomémonos un tiempo para pensarlo, sin reproches, sin acritud. Al fin y al cabo, usted, señor cesante, ha elegido libremente lanzarse a ese agitado piélago de la edición donde ya no hay súbditos y donde hasta la lealtad más incondicional sucumbe ante otra fuerza más poderosa, que es la pereza de leer. Como conoce bien España, sabrá que éste es un país inclemente con sus escritores. Más que inclemente, propenso a la indiferencia. Lanzarnos el guante de un libro titulado “Mis ocho años de gobierno” es un desafío demasiado grande como para recogerlo por la buenas y sin rechistar. Y más todavía cuando nos ha dejado otras herencias algo onerosas con las que todavía tenemos que andar lidiando. Haré lo que la mayoría de mis compatriotas: comprar el libro (de nada, pero no malgaste mi pequeño óbolo), ojear unas páginas y luego dejarlo reposar hasta que las ranas críen pelo. Tomémonos un tiempo, señor Aznar, para recomponer las piezas del puzle desconcertante que nos ha dejado encima de la mesa. Por de pronto, hay una comisión de investigación que se ocupará de esos capítulos finales que las prisas del editor no le han permitido tratar a fondo, como sin duda usted había deseado. Tómese un tiempo, se lo dice un antiguo súbdito que ahora se ve en la imposibilidad de mantener el vínculo en forma de lector.
Ars longa, vita brevis. Las artes son largas, y si al final la crítica literaria y la historia decretan que su libro merece la pena, no le quepa la menor duda de que le hincaré el diente. Pero la vida, que es breve, me recomienda ahora anteponer unas novelitas, unos poemarios, unos ensayos sobre la guerra que tengo abandonados. Usted lo entiende. Tomémonos un tiempo, y tan amigos.
José María Romera
9 mayo 2004
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2004-05-09 01:00 | 3 Comentarios
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Comentarios
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1
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| De: Pedro |
Fecha: 2004-05-10 10:16 |
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Muchas cosas me han llamado la atención, dada mi incorregible ingenuidad, en torno a estas memorias: la presentación de Juaristi, la agria crítica al libro que ayer traía El Pais a toda página firmada por un airado Tusell...
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| De: Delfín |
Fecha: 2004-05-10 14:52 |
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El factor humano, Pedro, el factor humano. Ambas cosas fueron algo más que una presentación y un crítica de libros, respectivamente. Aparte de seguidores y adversarios políticos, en el poder uno se va ganando amigos y enemigos personales.
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